La Gran Muralla Tembló

19 Enero, 2020

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Allá por el año 2016, en mi tercer viaje a China, cumplí un sueño que hasta esa fecha supuse que sólo quedaría en eso, un sueño. Si de chico me preguntaban qué me gustaría conocer, yo decía China. Miraba todas las películas de Bruce Lee, las de historia de guerreros y todo lo relacionado con su cultura. Cuando viajé por las pantallas de LED a ese país por primera vez, no podía creerlo. Pero siempre pensaba en el trabajo, en hacer crecer a la empresa, no paseaba mucho. Iba de fábrica en fábrica, y no tenía mucho tiempo de recorrer. Recién en mi tercer viaje fui a Pekín, a ver a un proveedor de sillas. Y ahí sí, era mi oportunidad para conocer la Gran Muralla. ¡Por fin!

Llegamos y hacía un frío de locos para esa época. Había muy poca gente, y como en todo centro turístico, tenés que sacar un ticket. Entramos y me ofrecieron ir caminando, pero dije que no. Entonces me dijeron “vamos en teleférico”, tampoco. Hasta que me propusieron “¿no querés ir en helicóptero? Sí, dije. Si la hacemos, la hacemos bien. Recuerdo con una sonrisa el letrero que decía “suben hasta 3 Shaquille O´Neal”. Esta es la mía, pensé, entonces voy tranquilo. Pero ahí empezó mi odisea. Imagínense que los chinos no superan en promedio los 50 kilos y el metro sesenta de altura, y yo en ese momento andaba por los 145 kg. y 1,75 de altura. Era un Don King colorado para ellos. Nos subimos a un taxi y le decimos al conductor que nos lleve al helicóptero. Nos mira, me mira. Y le dice a mi traductor que si no prefería otra opción. ¡Me estaba diciendo gordo! “Dale, llévame”, le dije, algo que aceptó a regañadientes. Cuando pasamos la primera barrera un militar nos para y nos pregunta a dónde íbamos. Cuando le contamos que nos dirigíamos a tomar un helicóptero inclina su cabeza para mirarme y se la toma con sus manos. El chofer se pone a hablar con él, imagino que le decía “y qué querés, él quiere ir, qué puedo hacer”. El militar llama a no se quién y pasamos.

Llegamos a la base y otra vez alguien que se agarra la cabeza, ahora el piloto. Ya me sentía incómodo, ¿dónde quedó lo de que subían 3 O´Neal? Pasamos para pagar el viaje y otra vez a discutir con mi traductor, decían que tenía que pagar por dos. Ahí ya me empecé a reír, no lo podía creer. Pero me subí, y ahí empezó mi miedo, era una burbuja de vidrio el aparato. Subí como pude, mientras el chino me decía algo que esta vez sí le entendí: “no toques nada”. Yo pensaba “¿y qué querés que toque, si no puedo ni moverme?”. Parecía un Javier enlatado al aceite. Empiezan a girar las hélices. Pasan 30 segundos, un minuto y nada, el helicóptero no subía. “Dale loco, levantalo”, le decía. Además, había como diez personas mirando con cara de preocupados. Un minuto y medio que fue eterno, pero empezó a levantar vuelo. Lentamente. “Dale, ponele nafta”, le gritaba yo entre risas. “Dios mío, protégeme”, pensaba, mientras el chino estaba más asustado que yo.

Ya en el aire, recorriendo la Gran Muralla desde el cielo, mi di cuenta que mi sueño se cumplía. Algo que jamás pensé que iba a lograr, lo estaba viviendo. Era real. La sensación y emoción no se pueden describir. Los sueños no son solo sueños, en algún momento se cumplen, y siempre que lo sientas y lo vivas en tu mente, tenés que ir tras ellos. Llegan en el momento menos esperado. Nunca hay que bajar los brazos.

JBLB. 🦁