El Triste Rugido del León

13 Septiembre, 2019

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El avión despega, se estabiliza en el aire y los pensamientos en mi cabeza superan la velocidad de la aeronave. Unos minutos atrás, mis hijas me abrazaban muy fuerte, y con lágrimas en las ojos me pedían “papá, no te vayas; papá, quedáte, no nos dejes”. Fui fuerte ante ellas. Sentí que debía serlo, pero ahora las lágrimas brotan de mis ojos. No las puedo contener. No quiero. Pienso y me repito la misma pregunta una y otra vez “¿Tiene sentido todo eso? ¿Qué pasa si no viajo?”

Se me viene a la cabeza otra realidad. Me veo con mis hijas, mirando la tele, jugando, leyéndoles un cuento. O yendo con ellas a un parque o comprándoles una golosina. Me imagino como ese padre que hoy no puedo ser pero que representa a la mayoría de los padres. Y ahí veo a mis empleados, que son quienes disfrutan esas pequeñas grandes cosas con sus hijos, y entiendo el verdadero valor del sacrificio. Porque este sacrificio de estar arriba de un avión lejos de mis hijas, es la felicidad de muchos. Es el medio para que otros padres tengan la tranquilidad de un empleo estable y la posibilidad de darle todo lo que puedan a su familia.

Esta vez el avión va rumbo a Lima. Y sé que cuando pise tierra todo va a cambiar. Las lágrimas se convertirán en más fuerza para abrir otra empresa. Y ahí me sentiré acompañado, como hace unos días cuando con todo el equipo de Nexos nos pusimos a descargar un contenedor lleno de sillas en Argentina. Estaba ahí, con mis empleados, con mi familia, con mi gente sintiendo ese empuje para no bajar nunca los brazos. O también me pasa en Bolivia y en República Dominicana, donde siempre soy recibido y acompañado por gente muy querida. Pero cuando estoy arriba del avión siento un vacío terrible. Ahí es cuando me veo solo. Y entre lágrimas y pensamientos siento que a mi lado hay una persona que me dice todo el tiempo “tenés que seguir”. Y casi que me empuja a darle para adelante sin parar. Quizás sea Dios y ésa es la misión que tiene para mí.

El león sigue rugiendo. Pero a veces ruge de tristeza. El león es fuerte para proteger a todos los que tiene a su alrededor. Yo siento que no le puedo fallar a nadie. Y no fallarles es también hacerlos felices, aún cuando su felicidad sea fruto de mi mayor sacrificio. Aún cuando tenga que esperar para ir a la plaza con Orne y Bere, yo sé que pese a la angustia de otra despedida, ellas entienden. Ya voy a poder ser ese padre, y las lágrimas serán de alegría. Todo a su tiempo. 🦁