Trabajo y Constancia

16 Diciembre, 2021

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¡14 aviones en 22 días! Buenos Aires, Argentina. Santa Cruz, Cochabamba y La Paz en Bolivia. San Pablo y Salvador en Brasil. De nuevo Santa Cruz y La Paz en Bolivia para volver a Buenos Aires, en mi país. Qué locura, qué emoción, y pensar que a mi primer avión lo tomé a mis 41 años recién. Y si bien mi vida cambió mucho en poco tiempo, todo es una consecuencia de haberlo buscado con entusiasmo desde pibe.

En la época en que trabajaba en imprentas cambié más o menos unas 15 veces de trabajo. ¿Por qué? Por el trato, porque quería que se me valore, porque quería respeto, no ser un número. Necesitaba que me dijeran “buenos días” o me pregunten cómo me sentía. O cómo estaba mi familia, cosas sencillas de la vida. Pero a veces a los empresarios se le suben los humos a la cabeza y confunden los buenos modales con los malos tratos y la indiferencia con las personas. Yo soy Javier Miranda, un empresario que viene de abajo. Bien de abajo. O sea, hacías un pozo, te encontrabas con el diablo que te dejaba pasar y te decía, “seguí cavando que ya encontrarás a Javier”. A mí nadie me la cuenta.

Llevo en mí la esencia de dos palabras que me marcan: valores y convicciones, y trato de aplicarlas con todos los que trabajan a mi lado. Y juro por Dios que me esfuerzo mucho en tratar que entiendan que todo se logra con respeto, con vocación, con ganas, con amabilidad, con integridad. No es fácil porque muchas personas toman el trabajo como tal, como uno más. Y eso, para mí, no debería ser así. El trabajo nos dignifica como personas. Trabajar es hermoso y sentirte útil aún más. Hay que dejarlo todo. Creo que como empresarios tenemos que marcarle el rumbo a los jóvenes de cada país, para que valoren su tierra. Tenemos que hacer todo lo posible para no dejarlos ir, ¿en qué otro lugar vas a estar mejor que en tu casa? Hay que tener paciencia y esperar, que seguramente llegará ese momento de lograr cosas. No hay que quejarse o lamentarle, hay que laburar en silencio. Si te preguntan ¿cómo va tu negocio?, tenés que responder “de maravilla”. Ojo, también podés decir “re mal, esto es una mierda, no sé qué hacer”, pero si empezás así a quejarte no terminás más y el que te escucha se acopla y se genera una nube de mala onda interminable. Cambiá la respuesta, que sentirás tranquilidad y recibirás un “qué bueno che, te felicito”, para motivarte, al menos en un principio, y lograr esa tranquilidad que tanto buscás.

Cuando yo tenía 11 años me compré unas zapatillas color turquesa con lo que había ganado en la verdulería que trabajaba en las vacaciones. Al principio todos se burlaban, hasta que un día vieron mis zapatillas y les encantaron. ¿Por qué cuento esto? No veas a todos que se ríen de tus ideas, de tus negocios, hacé que se acoplen a tus locuras y también a tus logros. Tenés que ser inteligente para comunicar y transmitir, es la base de que a tu emprendimiento le vaya bien. El éxito está más cerca de lo que pensás.

JBLB 🦁