Chilecito

13 Mayo, 2020

public/blogs/1641417089-chilecito.jpg

Siempre es bueno mirar hacia atrás para saber de dónde se viene y tener mucho más claro hacia dónde se va. Revisando fotos viejas me encontré con esta, de una pantalla 3×2 que instalamos en Chilecito cuando esta historia recién comenzaba.

Era la tercera instalación que hacíamos y el engranaje aún no estaba del todo aceitado. Marcos, el cliente, compró la pantalla conociéndonos por internet y la única manera que teníamos de retirar la seña era viajar 17 horas hasta Chilecito, cobrar y volver en el día. Tan en el día, que entre la llegada del micro de ida y la salida del de vuelta, tenía sólo una hora y media para retirar la plata de la panadería de Marcos. De yapa, me pasé todo el camino pensando si él había entendido bien el monto del adelanto. Mi duda pasaba por un cero de diferencia. Un cero puesto a la derecha, obviamente. Vale aclarar que ese fue mi primer viaje largo, pero valió la pena, no sólo porque el cliente sí había entendido bien la cifra, sino porque aproveché el tiempo para leer entero el libro El Secreto, que siempre lo recomiendo cuando alguien me pregunta.

Llegué a Buenos Aires y al día siguiente me llamó Marcos. “Javi, tengo un problema”, me dijo. Lo primero que pensé fue cómo le iba a devolver la plata. Lejos de eso, me contó que enfrente de su local iban a poner una pantalla y que necesitaba que le hiciéramos la instalación lo antes posible. Llamé a mi proveedor para apurar los tiempos, pero eso iba a costar un 10% más. Le trasladé el mensaje a Marcos que aceptó sin problemas. Claro, eso significaba un nuevo viaje a Chilecito para retirar el monto agregado. Repetí el viaje, otros dos días entre ida y vuelta. Tras dos días de descanso en Buenos Aires, contraté un flete para la pantalla, y junto a mi equipo a bordo de mi camioneta partimos nuevamente para Chilecito. Esta vez con una pequeña diferencia. Las 17 horas las tenía que pasar manejando, en lo que era mi primer viaje tan largo como chofer en una ruta que, de más está decir, no conocía.

Así, junto a Rodrigo, Leonel y Gino, emprendimos el viaje que fue toda una odisea. La noche nos encontró en las Altas cumbres de Córdoba, yo no veía nada y era el que más miedo tenía. Para colmo, Rodrigo no tuvo mejor idea que poner audios de historias de terror. Un escenario único, que se hizo más intenso cuando paramos en un humilde hotel donde se escuchaban los ruidos de todo tipo de animales.

Una vez llegado a Chilecito me esperaba otro desafío. Jamás había instalado una pantalla y ahí estaba, con todas las herramientas como si fuera un Maestro mayor de obras. Lo bueno: nos dejaron la llave de la panadería, que cerraba al mediodía, y a cada rato nos tomábamos el café con leche con las mejores medialunas. Finalmente, con un hermoso paisaje de fondo, instalamos la pantalla y la probamos con las imágenes de la película Iron Man 3. A los pocos minutos la gente se fue acercando a la plaza para mirar la pantalla e incluso nos pedían que la pusiéramos de nuevo.

Son muy lindos los recuerdos de aquellas primeras épocas en las que había que poner el pecho para sostener un negocio que recién empezaba, pasando por todas las actividades desde que el cliente pedía la pantalla hasta que probábamos que anduviera todo bien. Hacerse de abajo no sólo es importante para saber de dónde se viene sino para entender el proceso y valorar el gran trabajo que realizan los chicos del equipo.

🦁